miércoles, 24 de febrero de 2010

Cuando el niño no quiere ir a la piscina

 En algún momento los niños pequeños, durante su aprendizaje de la natación y principalmente por miedo, dejan de venir con ganas o se encaprichan y no quieren venir a la piscina. Aunque en un primer momento este rechazo del niño puede responder a un hecho en concreto vivido que no le ha agradado, lo cierto es que el niño puede llegar a ello sin causa aparente y después de un día en apariencia agradable. Cuando se entra en este proceso se vuelve poco racional y de poco vale lo que podamos prometerle por que nada sera suficiente, se encaprichara y en muchas ocasiones tendrá berrinches en la puerta de entrada en donde su madre intentara convencerlo en vano. En el peor de los casos la versión que el niño relata hará que los padres culpen al monitor o a alguno de los compañeros del niño entrando en una situación tensa cada día que el niño acude a las clases.

¿Como solucionar entonces el problema?

Cuando los adultos decimos un ¡no! rotundo, tajante y convencidos en situaciones en las que peligra su vida como al cruzar la carretera, jugar con un enchufe, tocar el jarrón tan caro del salón, el niño no suele discutir este aspecto y lo comprende y acata. Del mismo modo cuando para ir al colegio no mostramos dudas, el niño no suele tratar de discutir por que sabe que no le queda más remedio que ir.

En otras actividades como la natación los padres nos mostramos con más dudas y en un plan más negociante, y es con las dudas como se alimentan los caprichos y los berrinches de un niño. Si no se ve titubeo por nuestra parte al cabo de varios días vera que no le queda más remedio que ir, dejando de llorar y de encapricharse y con el tiempo volverá a disfrutar del agua.

Por eso recomiendo que en los primeros años tratemos la natación como el colegio, es decir algo ineludible y no negociable, y solo más adelante cuando aprenda a nadar trataremos esta actividad con un aspecto más voluntario.

Por supuesto en privado los padres hablaran con el coordinador o monitor del niño para que estos conozcan en problema y si procede bajar el nivel de exigencia,  y así no darle  más motivos al niño para negarse a ir a la piscina.


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