lunes, 9 de octubre de 2006

Rampa en Baldaio

Cuando sucedió lo del Prestige se intentaron proteger del vertido ciertas entradas de nuestras rías, unos con barreras artificiales y otros como en el caso de la ría de baldaio usando un dique de arena, cuando este dique se abrió se depositó la arena al borde mismo de la entrada, formando entonces una duna perfecta con forma de colina que remataba en un pequeño salto de 1 a 2 metros al que llegabas con gran velocidad. Siempre que íbamos a surfear a las olas de Baldaio nos dejábamos caer 5 o 6 veces, ya que en pocas ocasiones tienes la oportunidad de una situación así.

 
Ya ves, no todo fue malo con el Prestige y creo que en este suceso se apoyaron muchos de los males de los últimos años. Lo cierto que hace diez años cuando trabajaba como socorrista, se veían desde los puentes de la laguna sollas, lenguados, pulpos y una gran diversidad de fauna que hoy en día no hay ni rastro, pero rápidamente se lo achacamos al Prestige. Mas bien creo que las visitas domingueras en las que todo el mundo dice: que importa unos peones de nada, y que puede importar un par de sollas o un pulpo de menos. Así esta la laguna hoy en día y por eso me da la risa cuando se considera hoy al echo de hacer mountain bike por el monte o kayak en el río como algo invasor para el medio natural, ja. Los que practicamos estas actividades disfrutamos con la naturaleza y sin pedirle un sacrificio a cambio, otras en cambio como la pesca indiscriminada o el deporte del motor, utilizan el medio natural sin importarle la perdida. Dramatismos aparte, baldaio sigue siendo uno de esos lugares en que los kayaqueros no tenemos que apartarnos de los surferos o los pescadores no son un problema por la amplitud del lugar.
Por eso Baldaio es de esos sitios especiales para mi con buenos y grandes recuerdos.



Video: Salto de Jose en Baldaio


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Video: Saltos varios

miércoles, 4 de octubre de 2006

De paseo por el Mandeo

AVENTURAS DE NOVATOS II - 1996:

Después de haber hecho ríos de nivel III queríamos un nuevo reto, probar ríos de clase IV o v parecía ser nuestro siguiente paso. Personalmente y con la experiencia de hoy en día, creo que los tramos de nivel III tienen mucho que enseñar, si se busca dominar el kayak en los rápidos, debes aprender a hacer slalom, dominar el esquimotaje o iniciarte en el rodeo, es entonces cuando puedes decir que dominas este nivel. En fin a lo que íbamos, con nuestra moral muy subida localizamos en el libro de Kayak en Galicia un tramo que parecía ser muy interesante, con nivel IV, V e incluso VI y bueno pensamos, ¡si lo vemos difícil, porteamos por la orilla!. Que ingenuos eramos, la mayor parte de los buenos rápidos se encuentran el lugares inaccesibles y zonas encajonadas. Otro punto que se nos había escapado y que figuraba en la guia, era la palabra continuado, que venia después del grado del río. Lo que significaba que no había remansos para recuperarse ni orillas fáciles de portear. Nuestra aventura estaba predestinada al fracaso. Otra cosa que nos hizo ver que iba ser un mal día, fue que el momento de dejar el coche y la ropa seca al final del tramo, que nos dimos cuenta que se quedaban en la maleta las llaves del coche en cuestión. Poco podíamos hacer ya, así que decidimos preocuparnos luego de ese pequeño detalle. Embarcamos rió arriba dejando el otro coche, esta vez con las llaves en nuestro poder, nada mas iniciar el descenso tuvimos que portear un salto de clase VI con el que ya contábamos, al ir por la orilla y ver ese tipo de paso, se me heló la sangre imaginando me a gente que si lo intentaba. Continuamos el descenso comenzados con zonas fáciles para calentar, pero precisamente una de ellas fue el inicio de nuestra lamentable aventura, pues un compañero se cayo de manera tonta, como tantas veces ocurre a los novatos, kayak y palista se separaron, el compañero se puso rápidamente a salvo pero el barco se fue río abajo, a lo que respondimos rápidamente los otros tratando de recuperarlo. Con cierta dosis de ansiedad por que no siguiese alejándose más, fuimos llegando sin darnos cuenta a zonas más complicadas, haciendo pasos que debíamos analizar pero sin hacerlo, alguno de ellos de haberlo pensado no lo hubiera hecho, en uno de estos tramos vi el kayak del compañero encorbatado en una roca, tratando de parar acabe cayendo yo tambien que junto con la fatiga acumulada no tube fuerzas ni para intentar el esquimotaje, con que me puse con los pies por delante, macabra posición, y el río me llevo hacia un salto con curva en el que me esperaba una gran roca, y me dije: como mínimo me rompo un fémur. Afortunadamente y como aconsejaría el mismo Bruce Lee, "se como el agua y dejate llevar", ¡que tontería !, pero el caso es que funciono, al llegar a la roca la misma vía de agua me hizo girar y seguir su curso. Por fin conseguí ponerme a salvo y recuperar mi material, camine río arriba por la escasa orilla que había y con la esperanza de que mis dos compañeros hubiesen tenido igual o mejor suerte que yo. Me encontré al primero, que había tenido una aventura similar a la mía, seguimos andando y pronto vimos al segundo, que había recuperado por fin su barco, nostante su cara de preocupación nos hizo intuir algún otro problema. En efecto, al llegar a su lado, vimos que a su kayak le faltaba la proa, rota durante su empotramiento y seguramente debido a que era demasiado larga para este tipo de rios.



El descenso se había terminado, debíamos volver por patas. Mirando a las laderas del río se veían zonas muy escarpadas y frondosas, con los nervios alterados discutimos por decidir que orilla y que dirección tomar. Mis compañeros no estaban de acuerdo con mi primera ópcion que era subir por la ladera derecha, despues de quitarme lo de la cabeza tiramos por la izquierda. Decidimos tambien dejar los kayaks escondidos en el cañón, no sabíamos como nos resultaría el ascenso y lo que nos llevaría llegar al coche, además, quien nos los iba a robar, ¿las cabras?. Subiendo la empinada ladera y sujetando nos a los pequeños arboles que había, mire hacia la otra orilla opuesta y me di cuenta de cuanta suerte habíamos tenido al elegir este lado. Caminamos un kilómetro desde la cima hasta llegar a la carretera y cuatro o cinco más para llegar al coche. Resulto muy comico vernos pasar al lado de un entierro y como la gente se nos quedaba mirando un tanto sorprendida y preguntando se de donde habrán salido estos, a lo que educada mente rescindíamos: ¡hola, muy buenas tardes!. Ya en el coche recordamos que todavía teníamos el problemilla de la llave, yo que era el dueño del coche y ya cansado de que todo nos saliera mal, agarre de piedra y la levante de forma amenazante hacia el cristal de la puerta, justo en ese momento que un coche y su conductor pasaba por nuestro lado el cual se quedo mirándonos con cierta cara de susto, decidimos acabar la acción antes de que volviera con la guardia civil, y así termino nuestra aventura. Por su puesto que volvimos a recuperar nuestro material, nadie lo había tocado.

Aventuras como estas nos volvieron más conformistas en el grado de los rios y en el día de hoy buscamos más mejorar nuestro nivel sin perseguir tanto el del río.

jueves, 28 de septiembre de 2006

Mi primer descenso en kayak

AVENTURAS DE NOVATOS I:

Mi primer descenso en kayak de aguas bravas fue en el Río Tambre, en el año 1995, y aunque habíamos realizado pruebas en el allones meses atrás, no se pueden considerar como tal.
Localizamos el tramo del río mediante un simple mapa de carreteras y viendo donde nos seria mas fácil embarcar y desembarcar, pero sin saber muy bien lo que nos íbamos a encontrar. Dejamos un coche en portomuro para el final del viaje y nos dirigimos al inicio. Al poco de comenzar el descenso, uno o dos kilómetros, salio a la vista el primer de nuestros errores, falta de un reconocimiento previo, pues una presa artificial apareció ante nosotros. El porteo era evidente incluso para unos inconscientes como nosotros, la cuestión estaba ahora en elegir la orilla adecuada para portear. Este fue el segundo de nuestros errores, conocer vías de escape, pues elegimos la orilla derecha que resulto ser la mas frondosa, osea una autentica selva a la gallega. Ya era demasiado tarde para volver atrás, así que proseguimos teniendo que usar en ocasiones nuestros kayaks como puentes para librarnos de los tojos y demás. Llegar al agua despues de casi una hora imitando a De la cuadra Salcedo, fue todo un baño terapéutico en el nos íbamos quitando poco a poco los pinchos que asomaban por nuestro neopreno.



Cualquier simple rápido era una gran emoción.

Después de relajarnos un poco empezamos el descenso que resulto ser fácil si lo pienso a día de hoy, pero echando la vista atrás, en aquel momento era un autentico reto para unos novatos que no sabían ni esquimotear. Entablamos una poco digna competición que consistía en caerse menos veces que el compañero, cada caída significaba salir a vaciar el kayak, que por aquel entonces no tenían tapón de achique y el esfuerzo era mayúsculo. Cada vaciado suponía tambien un retraso en descenso, que unido al tiempo perdido con el porteo de la presa, nos hizo temer por no llegar con luz del día. Después de recorrer un largo y aburrido remanso escuchamos un fuerte ruido de rápidos que no parecía ser comparable a los anteriores, al aproximarnos vimos un largo rápido de clase IV que intimida al más osado, el salto de la cabra. Después de analizar el rápido y como el caudal de la época era bajo, no dudamos en intentarlo. Fue mi primer clase IV, aunque me hubiera gustado pasarlo sobre la piragua. Lo cierto es que al igual que mis compañeros acabamos en el agua, nos llevamos unas pocas culadas y hubo que nadar un rato para recuperar el material pero no entraño mas peligro. Puestos en marcha de nuevo nos dimos cuenta que nuestros temores sobre la caída de la noche empezaban a cumplirse, cada caída antes divertida ahora era desesperante por la angustia por llegar con luz. No sabíamos lo que nos quedaba y no había rastro de civilización por ningún lado, en cada curva de rio esperamos ver el puente de la carretera, pero no aparecía por ningún lado. Ya con cierta penumbra divisamos los cables eléctricos que cruzaban el río y que nos dio algo de esperanza, al rato vimos el puente y el pueblo de Portomouro y con gran alivio nos dispusimos a desembarcar. Error 3, en invierno desciende por la mañana.
A pesar de todo aquel día me enamore del río y días siguientes disfrutamos mas de este tramo sobre todo por no cometer los errores anteriores.



Video: Novatos en el Tambre.